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“Vi partes de un cuerpo humano descuartizadas y regadas por la calle, luego vi en un callejón un cuerpo quemado que todavía estaba humeando.” Relata César González, camarógrafo de NBC, luego de ser enviado a su asignación del día. Fue el primero en llegar a la escena, incluso antes de que llegara la policía. “Estaba en completo shock.
Primero mi mente me decía que esos no eran cuerpos humanos reales, que eran juguetes o maniquíes”.
Al igual que González, muchos periodistas se exponen diariamente a escenarios similares, donde se enfrentan a imágenes dolorosas, difíciles de digerir y de mucho sufrimiento. Y es que el trabajo del periodista se construye en torno a historias en la cual sus protagonistas buscan dar voz a quienes no la tienen y exponer la realidad en su estado más crudo. Sin embargo, en este proceso de contar y visibilizar las historias de otros, los periodistas suelen dejar de lado su propio bienestar emocional, olvidando que ellos mismos también forman parte de la narrativa humana.
Yuri Cordero, Productora de Primer Impacto de Univision, cuenta cómo en su programa “Vemos niños que los matan de la forma más grotesca, vemos vídeos tan duros… Pasan dos cosas, o te conviertes tan frío que ya no te afecta más o se hace tan duro -el trabajo- que algunas veces hasta te llevas el dolor a tu hogar”.
Se pudiera decir que es un secreto a voces que se ha dado por sentado que los periodistas no quedan permanentemente impactados por los acontecimientos que cubren.
La exposición a los sucesos traumáticos sobre los que informan se ha considerado parte de su trabajo y un riesgo normal de la profesión, similar al de un médico de urgencias o un policía.
Muchos han considerado a los periodistas que cubren la muerte y la destrucción como inusualmente fuertes emocionalmente, de algún modo inmunes al impacto reverberante del sufrimiento humano del que son testigos.
“Yo recuerdo haber hablado con una psicóloga alguna vez y decir: bueno llevo décadas haciendo el noticiero, y me toca informar sobre muchos muertos y heridos, pero no me afecta. Y ella me paró ahí, me dijo, ‘No, no, no, eso no es cierto. si te afecta, todas las cosas que ves te afectan’”, dijo Jorge Ramos, quien recientemente dejó de ser co-presentador de Noticias Univision, con más de 40 años de experiencia, y uno de los periodistas de televisión de mayor prestigio en las Américas.
Hasta hace poco, los periodistas pensaban que si reconocían públicamente que las experiencias vividas en sus reportajes era algo que podía afectarles en su carrera.
“Hablarlo significaba dos cosas: primero, una debilidad personal y podías poner en riesgo tu trabajo, no querías que tus colegas y tus jefes se enteraran de que te estabas sintiendo mal por cubrir una asignación, por eso podría implicar que en el futuro no te enviaran a ti a cubrir otras cosas”, dijo Ramos.
La salud mental de los periodistas es un aspecto frecuentemente ignorado, tanto por los medios de comunicación para los que trabajan, como por el público al que informan.
A lo largo de sus carreras, los periodistas pueden encontrarse con experiencias intensas y a menudo traumáticas: guerras, catástrofes naturales, accidentes, crisis humanitarias y violencias cotidianas.
“Nos pasaron varios tiros por al lado. Ver o escuchar un tiro pasar al lado tuyo es una cosa horrorosa”, dice Pablo Gato, corresponsal de guerra con más de 30 años de experiencia.
“Te da un miedo tremendo, porque ahí ves claramente que cualquier parte de tu cuerpo que te impacte la despedaza por completo,” dijo Gato.
La exposición repetida y cercana a este tipo de situaciones deja huellas significativas en su salud mental, afectando no solo su bienestar emocional, sino también su desempeño profesional y su calidad de vida personal.
A pesar de esto, muchos periodistas logran sobrellevar el peso de estas vivencias y continúan con su vocación de informar, impulsados por la pasión y el compromiso con la verdad.
Esta también puede ser la experiencia de cualquier periodista o corresponsal de guerras o conflictos.
“El año pasado estuve en Israel en la guerra entre Hamas y el gobierno israelí y pasé en no sé cuántas alarmas en las que nos tenemos que ir a esconder algún lugar porque venían cohetes de Hamas hacia Israel y cada vez que oía una sirena, aunque yo sé que no estoy en Israel, sigo pensando que algo me podía ocurrir y me tarde meses y meses en poder recuperarme para entender qué esas sirenas de pronto no significaban peligro para mí”, dijo Ramos
Tras la exposición a situaciones traumáticas, pueden surgir problemas de salud mental. Una afección frecuente es el Trastorno por Estrés Agudo (TEA), que suele aparecer en el primer mes tras el trauma. Si los síntomas persisten más allá de este periodo inicial, puede convertirse en Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT).
Un estudio realizado por US Veteran Affairs reveló que, en comparación con otros periodistas, los corresponsales de guerra registraban un mayor consumo semanal de alcohol y puntuaciones más altas en las mediciones de depresión y TEPT.
“Algunas personas se aíslan y beben mucho. Lo he visto. Realmente pueden dañar tu vida. Una de las cosas que tienes que hacer cuando haces esto una y otra vez es encontrar una manera de mantenerte sano física y emocionalmente”, dijo Erika Angulo, reportera y productora que lleva más de 20 años en este campo.
Angulo mencionó que hace años no era habitual acudir a expertos en salud mental. En su lugar, la comunicación les ayudaba a sobrellevar la situación reuniéndose con compañeros para hablar y compartir sus experiencias en algún tipo de terapia de grupo.
Organizaciones como el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), que es una organización mundial sin ánimo de lucro dedicada a la libertad de prensa, desempeñan distintas funciones. Desde la defensa hasta la concienciación sobre las violaciones, detenciones, asesinatos y encarcelamientos de periodistas en todo el mundo. Lucy Westcott, Directora de Emergencias del CPJ, dijo que el año pasado la organización concedió ayuda a 584 periodistas; la ayuda para traumas fue la principal solicitada.