DACA: Futuro incierto

“Honestamente, yo ni siquiera sabía que no era estadounidense, o que no era ciudadana, o que no tenía una tarjeta de residencia. Al menos hasta los 19 años.” 

Meenka es abogada y recipiente de DACA. Fue traída de Canadá a los Estados Unidos por sus padres siendo una bebe, y no fue hasta que se inscribió en la universidad que se enteró que era indocumentada. 

 La historia de Meenka es parecida a la historia de miles de Dreamers que viven en un limbo legal esperando a que el gobierno establezca un camino a la ciudadanía. Ellos son inmigrantes de diferentes lugares, que se han forjado un camino con el deseo colectivo de convertirse en ciudadanos americanos. 

Maria Paola. Foto por cortesía de Maria Paola.

“Siento que siempre he sido estadounidense, pero hay otro lado en el que sé que no lo soy porque no tengo un pasaporte”, comentó María Paola, quien llegó de Venezuela a los 10 meses de edad. 

El Centro para el Progreso Americano estipula que los beneficiarios del DACA agregan $460,3 mil millones al Producto Ingreso Bruto (PIB). En pocas palabras es el trabajo más la inversión, ya que es difícil tener crecimiento económico sin aumentar la fuerza laboral del país.

“Soy estudiante de segundo año; a veces trabajo a tiempo parcial y a veces me tomo el semestre libre. Trabajar e ir a la escuela es muy duro para mí. Hay días que no puedo ver a mis amigos y siento una presión constante. A veces siento que me estoy quedando atrás, debido a mis dificultades financieras”, expresó Ximena, una inmigrante Peruana, visiblemente emocionada. Y este estrés económico viene a raíz de que los beneficiarios de DACA no son elegibles para becas y préstamos federales.  

Florencia, de origen argentino agrega “al salir de la escuela secundaria, conseguí un trabajo de verano en Seaworld. Y ahorré suficiente dinero, al menos, eso pensé yo. Pero cuando empecé a aplicar y fui a inscribirme a la universidad y vi lo que realmente me iba a costar, me di cuenta que no era suficiente. Así que trabajé a tiempo completo para poder estudiar y pagar mis clases.”

Aunque los estudiantes universitarios no reciben dinero del gobierno, según el Centro para el Progreso Americano el 91 por ciento de los beneficiarios de DACA están empleados, contribuyendo con miles de millones de dólares a la economía y al fisco. 

Si la pandemia nos ha demostrado algo es el valor de los trabajadores esenciales DACA y como su presencia es vital para el bienestar y desarrollo socio- económico de la nación. 

Según cifras estimadas del Centro para Estudios de Migración, hay alrededor de 125,200 recipientes de DACA que son trabajadores esenciales y que están empleados en los sectores de la salud, restaurantes, transportación, comercio minorista, farmacias, entre otros.

Pero, ¿qué pasaría si esta población no viviera en el país o fuera deportada? 

Según el Foro Nacional de Inmigración, “durante los próximos 10 años, los Dreamers que actualmente tienen DACA contribuirán con un estimado de 12.3 mil millones de dólares en impuestos al Seguro Social y Medicare si pueden seguir trabajando legalmente en los Estados Unidos.”

“Bajo la protección de DACA, los recipientes tienen mejores ingresos, pueden comprar un carro, una casa, abrir una cuenta de banco y de esa forma alimentan la economía formal y no informal del país,” comentó Arturo Enamorado, Presidente de la Cámara de Comercio de Honduras en Miami. 

Bruce Wydick, Profesor de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad de San Francisco explicó que “Estas personas no están reduciendo los salarios y robando empleos de los trabajadores estadounidenses. Hay evidencia científica muy sólida que refuta el mito de que los inmigrantes roban los empleos estadounidenses.”

Sin embargo, hay personas que se oponen a una legislación que busca legalizar a los Dreamers diciendo que será más costoso que el beneficio que traen estos inmigrantes.

 En 2017 hubo una ley que el congreso quería pasar: S. 1615, Dream Act of 2017. En ese entonces, la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) y el personal del Comité Conjunto de Impuestos (JCT), estimaron que la promulgación de la S. 1615 aumentaría el gasto directo en 26,800 millones de dólares durante el período 2018-2027. En ese mismo período, la CBO y el JCT estimaban que el proyecto de ley aumentaría los ingresos en neto, en 900 millones de dólares, una disminución de los ingresos presupuestarios de 4.300 millones de dólares y un aumento de los ingresos extra-presupuestarios de 5.300 millones de dólares.”

El American Dream and Promise Act del 2021 busca aliviar la ansiedad relacionada con el temor a la deportación que está constantemente en las mentes de los DACA, la cual fue aprobada por la cámara baja del congreso en marzo de este año. Los efectos de esta ley en la economía son similares a lo que el CBO determinó en 2017.

Meenka comentó con relación a esta ley: “No soy optimista. No creo que pase por el Senado. He dejado de prestar atención… simplemente te pone triste, porque si no hay un paso real para arreglar el tema de la inmigración, no tiene sentido esperar, rezar y mirar. Solo espero que un día se apruebe un proyecto de ley similar. Eso es todo lo que tengo para ti,” finalizó con tristeza y la voz cortada. 

Roberta Hurtado Armas graduated from UCLA in 2016 with a BA in Political Science and a minor in Latin American Studies. She is currently pursuing a master's in Spanish-Language Journalism at Florida International University and is passionate about history, politics, immigration, and social justice. When she is not working, she enjoys riding her bike on the beach, reading, making desserts, and watching Netflix.

Kerelyne Escobar received a B.S. in Communication and Journalism in Puerto Rico. In South Florida since 2006, she earned an MBA in Management in 2008 and is currently pursuing a Master's Degree In Spanish Language Journalism at FIU. Her interests include social justice, education, immigration, photography, music program, and reading.