Fue Platón el primero en hacer mención a “la media naranja”, idea que plantea que una persona está destinada a otra para sentirse completa. En su obra “El banquete”, el filósofo cita al poeta Aristófanes y da a conocer que la raza humana, al principio, era casi perfecta: “Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción”. Estos seres cuasi perfectos podían componerse entre hombre y hombre; entre mujer y mujer; y entre hombre y mujer, una clase mejor conocida como “andróginos”. Estos últimos eran seres míticos que tenía potencial para ser poderosos y brillantes.
En griego, “andros” quiere decir hombre, y “giné” quiere decir mujer.
Según la leyenda, el “andrógino”, esta unión perfecta de dos esencias, se atrevió a escalar al cielo y combatir a los dioses. Ante la posibilidad de perder poder, el dios Zeus decidió reducir sus fuerzas separándolos en dos. El problema llegó después, ya que “hecha esta división, cada mitad hacía esfuerzos para encontrar la otra mitad de la que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con tal ardor que, abrazadas, perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra”, según revela “El banquete”.
Con el correr del tiempo, fueron surgiendo otros mitos que aseguran que el destino nos tiene preparado el encuentro con una persona específica. La leyenda de la media naranja o la romántica creencia japonesa del hilo rojo son solo algunas de ellas.
Conocer a nuestra alma gemela no es nada fácil. Tal es así que en la actualidad muchos acuden a Tinder o a otras aplicaciones de citas que les permiten conocer a un otro, el cual puede, o no, ser lo que el destino nos tiene preparados. El uso de estas plataformas está relacionado, sobre todo, a la inmediatez y a la posibilidad de definir con quién se puede “matchear” (emparejar, en términos de Tinder). La dinámica del día a día y las tareas de cada uno a veces dificultan la posibilidad de dedicarle tiempo al mundo de las citas. Sin embargo, hay algunos que aún eligen el cara a cara y los viejos modales.
Fue el rabino argentino, Yossi Smierc, y su esposa, Keyda, quienes notaron que faltaban espacios de interacción para los jóvenes judíos en Florida, estado en el que la población judía es de 684.000 personas de acuerdo a la información brindada por Ira Sheskin, director del Jewish Demography Project. De ese total, según reporta el investigador, 119.000 habitan en el condado de Miami-Dade. Si nos enfocamos específicamente en la cantidad de jóvenes judíos que se encuentran en ese condado, el Jewish Demography Project reportaba para 2014 unos 21.000 judíos de entre 18 y 34 años, “alrededor del 21% de la población adulta judía de Miami-Dade”, resalta Sheskin.
Ante esta necesidad, hace 15 años, Yossi y Keyda crearon Kspace, “un centro para jóvenes judíos de entre 18 y 38 años”, en palabras del rabino. “Es un espacio para que los jóvenes interactúen entre ellos, se conozcan, se formen parejas y tengan una identidad judía más arraigada”, asegura.
“Vine a Miami con una amiga con la idea de celebrar Pesaj acá”, cuenta la argentina Juliana Krupik, de 26 años, y añade: “Cuando busqué recomendaciones sobre dónde pasar la festividad porque estábamos solas, nos invitaron a Kspace”. Juliana se casó hace apenas unas semanas con quien, tiempo atrás, Yossi Smierc le había presentado. “Conocí a mi esposo por el rabino. Un día me junté con él a charlar y le dije que no quería que me presentase a nadie. Al otro día, bromeando, le envió mi contacto a chicos que me escribieron”, revela la joven entre risas. “Le pedí al rabino que eligiera uno para organizar una cita, y eligió a quien hoy es mi esposo”, cuenta sobre su pareja, quien es norteamericano pero tiene padres latinos.
Las raíces de los asistentes son diversas, “hay algunos norteamericanos, muchos latinos, también israelíes que vienen a buscar el sueño americano, y europeos”, comenta Smierc. Consultado sobre su rol en la unión de jóvenes, el rabino destaca que, generalmente, las parejas son interculturales. “Hacemos varios eventos anuales, como el Black Tie Shabbat Affair, una noche de gala en la que los jóvenes se visten como si fuera un casamiento”, comenta y explica: “En Estados Unidos, muchas veces cuando las parejas se casan, después de la cena se abren las puertas para el ingreso de otros jóvenes solteros. Una vez, una pareja me dijo que no quería que nadie ingresara a la boda porque eran muy privados. Entonces, en lugar de ofenderme, decidimos usarlo como excusa para crear esta noche anual”. Black Tie Shabbat Affair ya lleva siete ediciones. En la primera, participaron 250 jóvenes; y en la última, llevada a cabo en febrero de 2022, fueron casi 600 los asistentes. “Viene gente de todo el mundo. Algunos tratan de coincidir un viaje a Miami con el evento para poder venir”, revela Smierc, al tiempo que asegura que “es la noche en la que más parejas se han formado”. “Hoy en día tenemos 135 parejas que se casaron, de las cuales unas 15 nacieron a raíz de esta noche de gala”, asegura.
Pizarra de Kspace con fotografías de parejas que ya contrajeron
Consultado sobre cómo actúa cuando le piden su ayuda para emparejarse, relata: “Cuando un jóven me dice ‘estoy soltero, presentame a alguien’, yo le digo que venga a algún evento, lo invito a socializar aunque le de vergüenza, y ahí se va a dar cuenta de que hay alguien para él”. Luego, Yossi lleva a cabo un seguimiento para ver cómo se están dando esas uniones, buscando las falencias y los aciertos.
Lo cierto es que los jóvenes judíos no son ajenos a la realidad de las nuevas generaciones, en la que el compromiso no es siempre el objetivo. “A veces tienen miedo de dar el próximo paso, y ahí aparezco yo”, asegura Smierc y completa: “Estamos frente a una generación a la que le cuesta mucho el compromiso de casarse, una generación que le tiene miedo a formar una familia, a quedar estancada con una persona. Por dentro todos quieren formar una familia, pero por fuera se sienten confundidos”.
De acuerdo a datos aportados por el Jewish Demography Project, en 2014, el 16,3% de los jóvenes judíos menores a 35 años respondían a ramas ortodoxas del judaísmo, mientras que el 24.8% lo hacían al conservadurismo y 30.9% se consideraban simplemente judíos.
Iván Krupik se acercó al centro juvenil judío gracias a su hermana, Juliana, pero tenía referencias previas del lugar que le habían dado conocidos de su ciudad. Consultado sobre su experiencia matrimonial, revela: “Conocí a mi esposa por Kspace, me la presentó Yossi”. “Es un lugar increíble, un espacio de jóvenes que en realidad está abierto para todos. Ahí podés hacer no solo amigos, sino que podés conocer a tu futuro esposo o a tu futura esposa”, define Iván y añade: “Es un espacio en el que nunca te vas a sentir solo, es súper inclusivo y es un lugar en donde podés encontrarte con tus raíces judías”.
“La mayoría de los chicos no son religiosos. Capaz muchos no fueron nunca a espacios religiosos, pero por el hecho de tener una identidad judía sienten esta afiliación y las ganas de sentirse parte de una comunidad”, explica el cofundador de Kspace y añade: “En nuestros países de origen a veces no sentimos tanto la necesidad de una comunidad, pero cuando estamos afuera, solos, ahí buscamos nuestras raíces o sentirnos partes de algo, ahí es donde el judaísmo aparece”.
Quizás haya una media naranja para cada quien, o estemos unidos a alguien por el hilo rojo del destino. O quizás no. Creer o no creer será decisión de cada uno, pero afortunadamente, para quien lo elija, aún quedan lugares y personas que van más allá de Tinder, que buscan conectar por fuera de la virtualidad y acercándose más a las antiguas formas de conquista: con el famoso arte de “matchear” cara a cara.