El perfeccionismo en tiempos de la pandemia

Para una recién graduada de Derecho de la Universidad Monteávila, en Venezuela, la pandemia del COVID-19 le ha afectado tanto sus planes post-graduación, como su salud mental con respecto a trastornos de ansiedad, el cual padece desde hace ya cinco años. 

María, cuyo nombre cambiamos para proteger su identidad, cuenta que sus planes previos a la pandemia consistían en graduarse de su pregrado en julio, para luego presentar el examen de admisión de la Universidad Carlos III, en Madrid, para su maestría en Derecho Corporativo. 

Sin embargo, y gracias a la pandemia, ella sigue en Venezuela sin trabajo, y esperando su título 6 meses después de lo planificado. 

“Mis planes cambiaron de manera tal, que mi título me lo darán es este mes y esta era la única manera de conseguir un trabajo que sea económicamente estable. Todo esto gracias a la pandemia, lo que también ha resultado que mi trastorno de ansiedad empeore, a tal punto de que me dan ataques de pánico cuando siento que algo no lo estoy logrando como me gustaría, sobretodo ahorita que tantos de mis planes han cambiado sin yo poder controlarlo”.

Mientras que para muchos, a lo largo del tiempo, el perfeccionismo ha sido considerado una cualidad, para otros se ha convertido en un grave problema en tiempos de pandemia.

Según un estudio de Gordon L. Flett de la Universidad de York, en Inglaterra, titulado “La pandemia del perfeccionismo se encuentra con COVID-19”, la pandemia del coronavirus ha elevado sustancialmente niveles de estrés y ansiedad en el mundo.

El estudio también explica que en la actualidad no solo se vive un período de incertidumbre y una percibida incontrolabilidad, sino que también la práctica del aislamiento físico y social se suma a los sentimientos de desconexión y soledad. 

Para Flett, los perfeccionistas tienen una necesidad permanente de sentirse seguros. Es por esta razón que la incertidumbre provocada por la pandemia ha afectado tan negativamente a quienes tienen este tipo de personalidad.

El pasado 10 de octubre, la Organización Mundial de la Salud, conmemoró el “World Mental Health Day,” organizando un evento mundial en línea para la promoción e importancia sobre la salud mental. El evento hizo hincapié en la importancia de la salud mental, especialmente en tiempos de pandemia.

Según la OMS, existe un número record de jóvenes en el mundo que sufren de depresión o trastornos de ansiedad. Existe evidencia que relaciona este nuevo record a las normas excesivas que se imponen los jóvenes a sí mismos y al autocastigo que practican habitualmente, gracias a los ideales irracionales que se adjudican hoy en día.

El doctor en psicología social, Thomas Curran, del London School of Economics, explicó  el pasado miércoles 11 de noviembre, en un webinar de la Universidad de York, que la presión de ser perfectos en nuestras redes sociales, en nuestras relaciones y en la universidad y el trabajo, está impulsando un aumento de enfermedades mentales.

“Siento que el perfeccionismo actúa sobre mí hasta el punto de afectar mis relaciones interpersonales. Si estoy en un trabajo grupal con una persona y no aplica todos los medios para que el trabajo salga perfecto, puedo llegar a verme cambiando mi trato hacia esa persona hacia uno negativo, e incluso, terminar yo haciendo todo el trabajo”, dijo María.

Curran explica que esta búsqueda de la perfección está en parte impulsada por elementos sociales y culturales de nuestro entorno. 

“Y uno de los elementos sociales clave en el perfeccionismo prescrito socialmente, es esta idea de que el mundo exterior y otros en nuestro entorno externo esperan que seamos perfectos. Vemos a los demás como excesivamente exigentes, y sentimos que otros esperan que seamos perfectos”.

Para Curran, la razón por la cual se ve un aumento de perfeccionismo es porque la sociedad se está volviendo más demandante. También explica que este fenómeno es un concepto que ya está normalizado culturalmente, y que por esa razón se hace más difícil para el ser humano reconocer que puede ser algo problemático.

“A menudo destaco que el perfeccionismo no es una forma de pensar, ni una forma de plantearnos objetivos ni estándares altos, de hecho, es una forma idealizada de existir en el mundo. Es una idea de necesitar ser perfectos, sin imperfecciones”.

El Profesor asistente en Ciencias Psicológicas y de la Conducta explica que no solo es algo que no debe ser visto como positivo o bueno, sino que también puede manifestarse negativamente en la salud.

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Como ejemplo, describe que las personas que sufren de anorexia, o de algún trastorno alimenticio, suelen ser aquellas que buscan una imagen perfecta. Explica que es muy común que personas que sufren de estas enfermedades tengan como característica predominante ser perfeccionistas.

Es común que las personas que sufren de este fenómeno se frustren por no poder cumplir con expectativas poco realistas y por ende sean más propensas a sufrir altos niveles de estrés y ansiedad; volviéndose así cada vez menos eficientes. 

Otro problema que presentan los perfeccionistas es que se encuentran ante la dificultad de iniciar o intentar acudir a sus labores, debido al temor de no cumplir con ese quehacer a la perfección. Este fenómeno se conoce comúnmente en inglés como “procrastination” o dilación.

“Una manera de compensar la falta de éxito que tuvimos en primer lugar en ciertas tareas, es a través de ponernos metas aún más exigentes de cumplir. Aquí se puede comenzar a ver cómo un ciclo negativo de auto derrota comienza a despegar y afianzarse. Es aquí donde se vuelve especialmente perjudicial para nuestra salud mental: cuando no cumplimos con esos objetivos imaginados”, explicó Curran.

Según el especialista, varios estudios han demostrado altos niveles de depresión, aumentando particularmente fuerte en aquellos entre 16 y 25 años de edad. También comentó que los niveles de suicidio han aumentado en gran porcentaje y que gran parte se debe a la pandemia.

El doctor en psicología recalca la importancia de entender que siempre ha existido una narrativa que incentive y demande perfeccionismo dentro de la sociedad. Para él, nada ha cambiado. 

Curran explica que el papel cultural dentro de una sociedad es otro detonante importante al momento de entender de dónde surge y se extiende este fenómeno. Explica lo que llaman el individualismo competitivo y cómo este mundo industrializado ha moldeado nuestro panorama cultural.

El doctor y su equipo en la London School of Economics, creen en dos posibles vías por las cuales el perfeccionismo se fortalece. 

La primera es el individualismo competitivo, el cual Curran describe como un “desempeño que nos enorgullece, nos hace compararnos con otros, imaginándonos un estilo de vida poco realista”.

Según él, también influye la ansiedad por el desempeño, que es básicamente un afloramiento de una cultura en la que impera la competencia y la incertidumbre como modelo de las relaciones entre individuos.

De alguna forma eso afecta a María. 

“El ser perfeccionista me afecta tanto que siempre busco que todo se haga y me salga excelente y en perfecto orden. Llego al punto tal de que si no me queda así, perfecto, no lo hago, o si sé que no me saldrá perfecto, tampoco lo hago. Si algo no llega a quedar como esperaba, o si siento que podría ser mejor, la ansiedad no me deja dormir recalcándome que no me quedó bien”, dijo María. 

Según Curran, en el trabajo estamos siempre monitoreados y los estudiantes también lo experimentan cuando son evaluados a través de pruebas estandarizadas. “Lo vemos todo el tiempo. Aparentemente, esta es una de las formas más eficientes de organizarse dentro de una economía capitalista moderna”, dijo Curran.

La segunda vía es la meritocracia. Según Curran, mientras el mundo más avanza hacia una economía más basada en el mercado, el enfoque se torna hacia un mayor esfuerzo para poder obtener lo que quieres, y si no se logra lo propuesto, es porque el individuo no era el más inteligente, apto, o hasta el mejor.

“Es la misma meritocracia la que cambia nuestras expectativas, y por lo tanto, convierte nuestros estándares de desempeño en unos poco realistas”, explicó Curran.

Nacida en Caracas, Venezuela, emigré a los Estados Unidos a terminar mis  estudios de periodismo y “nuevos medios y comercio” en la Universidad de  Fordham, en Nueva York. Me encantaría desarrollarme en la televisión  hispana ya que al trabajar en la industria con ambas culturas, la americana y  la latinoamericana, me di cuenta que sin duda anhelo trabajar en relación a  mis raíces.