El Super Bowl LVI está a punto de llevarse a cabo y muchos fanáticos y espectadores se preparan para este gran evento.
Ahora bien, no pretendo quitarte la emoción de comer perros calientes, papas fritas y tostadas con salsa en el estadio o frente al televisor este próximo 13 de febrero, y mucho menos que te pierdas el espectáculo de medio tiempo.
Sin embargo, es importante ver más allá de lo evidente. Si echamos un profundo vistazo a la NFL como organización, podemos encontrar actos y procedimiento racistas y discriminatorios en muchas áreas.
La realidad es que el 70% de todos los jugadores son de la raza negra, pero solo un afroamericano es entrenador y solo una persona de a raza negra es gerente general. Para colmo, la mayoría de los dueños de los equipos son hombres blancos multimillonarios.
Dicho esto, muy pocas veces la audiencia se detiene a pensar y analizar quiénes son los dueños de estos equipos, su relación con los jugadores y finalmente cuáles son las condiciones bajo las que éstos son contratados.
Probablemente sí te estés preguntando por qué debería importarle esto a quienes consumen los partidos en la televisión, compran boletos para los juegos en vivo y disfrutan y son persuadidos por las campañas comerciales durante sus transmisiones.
La cruda realidad es que todo lo mencionado anteriormente solo importa si los fanáticos quieren ser conscientes, o si los espectadores quieren saber, qué sucede en “el juego” detrás del juego.
Solo importa si los fanáticos o cualquiera quiere entender qué es realmente la NFL detrás de su muy cuidada imagen pública. Verás cómo, según Statista.com, la carrera promedio de un jugador de la NFL, sin importar su raza, es de tres años y medio.
Jugadores como Michael Bennett, que juega para los Dallas Cowboys, han expresado en entrevistas que muchos se sienten como solo una pieza dispensable de un equipo o juego; es decir, se sienten deshumanizados.
Si vamos más allá de lo que podría ser considerado superficial, la segregación juega un rol central en esta organización y en muchos otros deportes.
Debido a la maquinaria publicitaria y lo que ves en los medios, la mayoría perciben a la NFL como integrada, pero en esencia está segregada entre los que juegan, los que se sientan en las oficinas principales y los que se sientan en los palcos de los dueños.
Ni que decir de los fanáticos que van a los estadios. Observa con atención y verás que la gran mayoría son de la raza blanca, un reflejo de la enorme brecha económica que aun persiste en nuestro país.
Ahora bien, no se puede descartar que la NFL es una fuerza cultural en nuestra sociedad, y que ésta ha dado ilimitadas oportunidades a jóvenes que sin el football no habrían probado las mieles del éxito.
Pero es precisamente esto lo que abre una puerta para exigir a la entidad igualdad no solo en salarios, contratos y el trato de sus jugadores, si no la igualdad en general, incluida la salud física y mental.
En las últimas dos décadas muchos jugadores se han quejado que el programa que ofrece la liga para tratar a los jugadores por contusiones cerebrales deja en desventaja a los jugadores de la raza negra y provee más protección para jugadores de la raza blanca, al determinar los pagos por secuelas de contusiones y otros daños cognitivos, psicológicos y físicos.
El Manual confidencial de la NFL sobre el Programa de Liquidación por Contusiones Cerebrales, recomendaba que los médicos ajustaran los puntajes de las pruebas según factores como la edad, el sexo, la educación y la raza, un término al que se referían internamente como “corrección demográfica completa”.
Esta era una práctica controvertida, y conocida como “race norming”. La misma se suponía asistía a médicos en la realización de mejores diagnósticos, utilizando la raza para hacer suposiciones sobre los antecedentes de los pacientes. Pero, según reportó The New York Times el pasado 20 de octubre, tras una batalla legal a beneficio de los jugadores de la raza negra retirados, abogados y la NFL llegaron a un acuerdo de mil millones de dólares. Este acuerdo también terminó con los ajustes por raza en las pruebas para diagnosticar problemas de salud relacionados a contusiones cerebrales.
“La raza no es el mejor ejemplo a usar en cualquier caso, es demasiado cruda y también tiene un historial de ser utilizada para fines muy abominables. Al final del día y en términos generales y biológicos, un cerebro funciona de la misma forma en una persona blanca que en una persona negra a la hora del análisis” dijo a SFMN la Dra. Nancy Álvarez, psicóloga y socióloga.
Los que se preparan para ver el Super Bowl LVI este próximo 13 de febrero, deben aprender a vivir con lo contradictorio de la situación que viven la mayoría de los jugadores.
Contradictorio porque disfrutar del juego podría llegar a ser una elección moral, pero no solo para los fanáticos, si no también para el Comisionado en jefe de la Liga Nacional de Football Roger Goodell quien, según reportó The New York Times, ganó una cifra total cercana a los 128 millones de dólares a través de una combinación de salarios, bonificaciones y otros beneficios durante los últimos dos años fiscales.
El football americano es hoy uno de los deportes más rentables a nivel global y su acelerado crecimiento obedece, en buena medida, a las contribuciones de jugadores como Fritz Pollard y Bobby Marshall quienes, en 1920, fueron los primeros dos jugadores afroamericanos en la NFL que lograron allanar el camino para los afroamericanos en el fútbol profesional.
El desequilibrio de poder en una liga compuesta principalmente por jugadores de la raza negra, pero dirigida en gran medida por entrenadores y gerentes generales de la raza blanca, significa que siempre existirá la posibilidad de que los sesgos raciales implícitos y explícitos afecten los movimientos y decisiones que toma la NFL como organización. Solo queda por decir, que es importante voltear la mirada hacia los detalles como la salud general de los jugadores de la Liga Nacional de Football retirados o bajo contrato, y exigir que se garantice la equidad en todos los ámbitos y en todo momento.