Implantes de seno: “Hasta que los síntomas o el tiempo nos separe” 

“Sentía que me volvía loca… triste, cuando me bañaba mi pelo se caía, me dolía la espalda baja, acidez en el estómago y de vez en cuando alergias. Mi ansiedad estaba por los cielos al sentir tantas cosas de una sola vez una semana después de mi cirugía,” recuerda Katya Rivas, de 29 años, tras su primera operación de implantes de seno de silicona.

Además Rivas tenía un un cansancio extremo, problemas para respirar, alergias y dolor en las articulaciones.  Síntomas de la llamada Enfermedad de los Implantes de Seno, que puede también incluir dolor crónico, pérdida de la memoria, debilidad muscular, depresión y ansiedad según la Cleveland Clinic. 

Antes de tomar la decisión de hacerse implantes de senos de silicona, Rivas, como otras muchas mujeres, creía que era una operación rutinaria, sin efectos secundarios y  con garantía de durar toda una vida. En 2015, los médicos no tenían obligación legal de advertir a las mujeres de lo contrario, a pesar de que la Food and Drug Administration, o FDA, llevase décadas monitoreando la seguridad y efectos secundarios de los implantes de silicona. 

La FDA, organismo responsable por evaluar y garantizar la seguridad de medicinas y substancias que se usan en cirugías en EE.UU., entre otras muchos productos de consumo, advirtió en el 2006 que las mujeres debían ser conscientes de que implantes de silicona no eran dispositivos para toda la vida.  Coincidió con un gran anuncio, la FDA re-admitía de nuevo el uso de implantes de silicona, después de tenerlos 14 años fuera del mercado. Sin embargo, en esa ocasión, la FDA no consideró necesario recordar y mucho menos requerir a los medicos o a las compañías que fabricaban estos implantes, que tienen una obligación ética y moral de compartir este conocimiento con sus futuras pacientes.

En el 2021, en Estados Unidos se realizaron más de un tercio del millón de cirugias de pecho mundiales, según la  Asociación Internacional de Cirugía Plástica Cosméticas. Y casi un 20% de estas, correspondientes a  71,284 mujeres, fueron operaciones para quitarse las prótesis. 

“Sufrí mucho. En mis adrentros, sabía que lo que estaba pasando no era normal. Pero me decía a mi misma que todo era parte del proceso, y que el sacrificio valdría la pena para tener el cuerpo de mujer que siempre había querido. No quería perder el dinero y esfuerzo que había hecho al costearme mi primera operación”.

Al igual que Rivas, las mujeres deciden quitarse las prótesis cuando experimentan complicaciones médicas, o terminan su vida útil tras un periodo de 10 a 15 años, explica la investigación de las doctoras Diana Zuckerman y Varuna Srinivasan del National Center for Health Research.

Finalmente la FDA exigió en octubre del 2021 a los médicos y las compañías de implantes para que antes de realizar una cirugia compartieran sus conocimientos sobre los riesgos relacionados con los implantes,  la necesidad de hacer revisiones periódicas y de evaluar su reemplazo. Despues de reunirse con grupos de apoyo, la comunidad científica y afectadas, la FDA dictaminó que la carga de conocimiento ya no recaé unicamente sobre la mujer más o menos confiada  en que el sistema médico garantiza su seguridad:

“Para mi segunda cirugía, me informé con más paciencia. Desde estudios y experiencia que los cirujanos debían tener al realizar el procedimiento; hasta tipos de implantes, técnicas para colocarlos, pruebas preoperatorias y tamaños. Fui afortunada de quedar satisfecha con mi segunda operación.  Sé que hay mujeres que no tienen la misma suerte,” comenta Rivas.

La FDA había alertado con anterioridad sobre los riesgos de los implantes de tipo Allergen texturizados, retirados del mercado en el 2019 por estar relacionados con un tipo de cancer del sistema linfático.

Hoy en día, los médicos están también obligados a hacer recomendaciones sobre el cuidado posterior a la operación, incluyendo resonancias magnéticas para asegurarse que no hay derrame del silicón o de la solución salina y que los implantes siguan intactos.

Ahora, estas resonancias tienen un costo promedio de $2,000, según publicó el Harvard Medical School, y gran número de seguros médicos no las cubre si considera que fueron procedimientos cosméticos. Únicamente se responsabilizan si los implantes cuando se rompen, existen infecciones incontrolables, como necrosis, o se encapsulan causando dolor extremo en los pacientes. En situaciones como las de Katya Rivas, y de la amplia gama de síntomas de la enfermedad de los implantes de seno, recae sobre las mismas pacientes financiar la cirugía, a pesar de que la comunidad médica reconoce retirar los implantes como uno de los tratamientos.

Por eso han surgido organizaciones como Healing Breast Implant Ilness, y Breast Implant Illness Patient-Clinician Discussion, que proporcionan información sobre los riesgos y efectos secundarios de estos procedimiento. Además advierten, que antes de realizar una operación de pecho, es clave presupuestar un costo adicional para su mantenimiento, cambio o posterior eliminación.