“Llamaban a cada estudiante para que fuera a la cafetería. No sabíamos que estaba pasando… Un compañero, Boris, nos contó que lo iban a enviar a donar sangre. Era haitiano, pero de piel clara. Cuando mostró su pasaporte y lo apartaron con nosotros.”
Kerline Alce cursaba los últimos años de secundaria en Archbishop Curley Notre Dame, situada en el corazón del barrio de Little Haiti de Miami. Recuerda que fue entonces cuando descubrió que los haitianos no podían donar sangre. Era el año 1989, en plena epidemia de HIV. No sabía que los científicos del Centro de control de enfermedades, CDC por sus siglas en inglés, habían concluido que los haitianos tenían mayor probabilidad de transmitir la enfermedad o que La Food and Drug Administration, FDA, había decretado la prohibición.
Los haitianos de la escuela secundaria Archbishop Curley Notre Dame, sus padres, y los líderes comunitarios se organizaron y salieron a protestar.
“Estábamos cansados de que siguieran usando ese tipo de generalizaciones.”
Ese año y el siguiente, las protestas se propagaron desde Miami hasta Nueva York, poblaciones donde vivían mayor número de inmigrantes haitianos. A finales de los 90, la FDA retiró la prohibición. Poco más tarde, los científicos de la CDC se retractaron de sus argumentos.
Pero a pesar de que el vínculo de los haitianos con el HIV quedó desmentido, el daño perduró.
La economía de Haití nunca se recuperó. Y en Estados Unidos, esta teoría ha vuelto a ser rescatada periódicamente. Por ejemplo, en el 2007 medios como el New York Times se hicieron eco de un artículo del National Institute of Health, NIH, que volvía a vincular al país con el origen de la epidemia. Teoría que al año fue desmontada por un equipo de científicos de diversas universidades e instituciones nacionales e internacionales en doce meses.
Alce dice sentirse en la “dimensión desconocida” o The Twilight Zone, un programa de episodios de ciencia ficción donde siempre ocurrían cosas extrañas, sin explicación aparente.
Cada cierto tiempo, resucitan las acusaciones dirigidas hacia su gente.
En medio de la contienda electoral del 2024, los haitianos vuelven a ser chivo expiatorio. El expresidente y candidato presidencial Donald Trump asegura que se comen los gatos y los perros en Springfield, Ohio.
“Que en un debate presidencial, el use una mentira para probar su punto sobre inmigracion es muy triste.” dijo Alce
Y es que a pesar de las experiencias y estigmas que ha experimentado como hija de padres inmigrantes haitianos en sus 52 años de vida, lo que ocurre ahora es peor, asegura:
“Jamás he visto un país tan dividido y tan al revés donde todo lo inmoral, se está volviendo moral y todo lo que está mal, está bien.”