Hace tres meses lo vi por primera vez. Era domingo, 2 de junio, y estábamos en el estudio que Univisión había montado frente al Palacio Nacional en el Zócalo de Ciudad de México, para cubrir las elecciones presidenciales de ese día. Conversábamos en grupo cerca de la entrada cuando me giré y allí estaba, al lado mío, el hombre que cuestionó a Fidel Castro y a Donald Trump de similar manera, y ha entrevistado a Hugo Chávez, Barack Obama, Nicolás Maduro y a muchísimos otros más. Jorge Ramos, al que Oswaldo Payá le dijo al final de una entrevista, riendo, “Usted no es fácil”.
Él es bajo de estatura, ya peina canas, y si tiene miedo sabe disimularlo muy bien. A sus 66 años anuncia que deja Univisión. Lo hizo ayer lunes en el noticiero que conduce, informando que ha sido de mutuo acuerdo la decisión de no renovar el contrato. Además dijo que su trabajo con la cadena culminará a finales de año, tras las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Hace cuatro décadas que llegó a esos estudios para convertirse en la voz y rostro de millones de latinos. Dejó su natal México en 1983, después de que Televisa censurara uno de sus reportajes en el que criticaba al entonces presidente José López Portillo.
Y quizás porque su maleta vino cargada con todo eso nos ha representado tan bien. Jorge Ramos ha sabido labrar su camino hacia los lugares donde ocurre la historia, ha llamado a las cosas por su nombre, y se ha convertido en referente para muchos que han visto en él la razón para estudiar periodismo.
Pero esto no es una despedida. Dice que tiene otros planes profesionales, que hay mucho por hacer, y que todavía le falta entrevistar al Papa.