A los periodistas en México nos gusta la mala vida

Casi nunca, cuando hablo con algún periodista, le escucho mencionar las complejidades de este trabajo, el estrujón en el alma cuando entrevistas a una víctima, las horas al sol para grabar un minuto de vídeo, el miedo que te sacudes de los hombros para poner voz y rostro a demandas muchas veces ajenas. Casi siempre la conversación gira en torno a la investigación que se logró sacar a la luz, a la ilusión del próximo proyecto, al agradecimiento de una comunidad, o a la adrenalina exquisita de este noble oficio. Casi siempre es sobre los otros. 

“A los periodistas en México nos gusta la mala vida”, fue una frase de la profesora Mariana Alvarado que se me quedó grabada en una de las primeras clases en línea de nuestra maestría de periodismo. 

Entonces no sabía que poco tiempo después estaría caminando por la inmensa y preciosa Ciudad de México, entre árboles frondosos, cafés en las aceras y gente paseando a sus perros, con dirección a la sede de Quinto Elemento Lab, donde nos esperaban ella y Armando Talamantes. 

Armando es el cofundador de esta organización independiente sin fines de lucro, que hace y promueve periodismo de investigación en México. Él y Mariana han sido compañeros en el mejor oficio del mundo desde hace más de 20 años. 

Subimos las escaleras que conducían a la pequeña oficina y de inmediato llamaron mi atención los retratos colgados en sus paredes. Eran los rostros en blanco y negro de varios periodistas asesinados en el país, junto a la frase “No se mata la verdad”. 

México ha sido clasificado por varias organizaciones internacionales como el país en el mundo con mayor número de periodistas asesinados en la última década, según la organización internacional Reporteros sin Fronteras (RSF), que documenta que, desde el año 2000, cerca de 150 han sido asesinados y 28 han desaparecido allí en relación con su labor informativa. 

Alrededor de la mesa rectangular que ocupa casi todo el espacio de Quinto Elemento Lab conversamos sobre varios temas, como las elecciones presidenciales que ocurrirían dos días después y que constituían el motivo primario de nuestro viaje. En algún momento, la charla se desvió a los periodistas. ¿Cómo se viven y se sienten esas cifras en México? 

La autocensura, la agresión y el asesinato son consecuencias de las amenazas a las que están expuestos en diversas ciudades del país por parte de funcionarios públicos, servidores no gubernamentales o el crimen organizado.  

En el caso de Quinto Elemento Lab, los cuatro editores que lo crearon fueron espiados con el software Pegasus. 

La impunidad reinante no permite establecer relaciones directas con los móviles y los responsables de estos hechos. 

“Pero creo que los periodistas no han renunciado. Cada vez hay más colectivos dedicados a ayudarse”, afirma Armando, mientras acaricia a su perro Oso que juega libremente por la oficina. 

Lo que sí ve es cierto desazón por parte de la sociedad en general cuando un periodista ha sido perjudicado.  

“Tenemos una tendencia a la normalización, y creo que eso es algo grave que estamos sufriendo en los medios de comunicación. Los directivos o los dueños dan por sentado que es un trabajo difícil y riesgoso, y no hacen nada para proveer condiciones laborales, de seguridad, de salud mental y física dignas”. 

Así, muchos están abandonados a su suerte y hacen el trabajo de reportería porque todavía les apasiona el oficio.  

Pero, como afirma el director, quizás no tenemos en cuenta que hay algo más que se pierde cuando se vulnera a un periodista. Y son los temas que cubría y alrededor de los cuales solo queda silencio. La víctima también es la gente, la ciudad, el estado, a los que ese ser humano daba voz. 

A esto se puede añadir otro reto que enfrentamos a nivel global, y es el impacto de la crisis económica en las redacciones y medios de comunicación, muy diezmados principalmente en las ciudades pequeñas y medianas. Esto es un cheque en blanco para que los políticos a nivel local puedan actuar a sabiendas de que no están siendo tan observados. Hoy, debemos buscar la manera de subsanar eso, identificando modelos de negocio que sean realmente rentables y posibiliten una cobertura completa. 

La conversación en la mesa de Quinto Elemento Lab fue buena e inusual. Terminamos hablando sobre nosotros. Sobre cómo los gobiernos pueden ir y venir y eso no es tan relevante. Porque seguiremos siendo observadores de lo que está ocurriendo, denunciando irregularidades, malversaciones de recursos, abusos de poder. Porque esta es la pasión insaciable frente a la realidad a la que se refería Gabriel García Márquez y porque “a los periodistas nos gusta la mala vida”.

María Teresa López Rodríguez es licenciada en Ciencias de la Comunicación. Apasionada por el periodismo y las artes. Actualmente cursa la maestría de Periodismo Multimedia en Español en Florida International University