Sabor cubano con corazón hondureño

Lo más difícil que hay en la vida es hacer algo que no te gusta. Hacer pan no es difícil”

Alrededor de las siete de la mañana, un suculento olor impregnaba las paredes de la panadería y pastelería Charytin. Oscar Ayala, un apasionado panadero, amasaba el pan mientras preparaba a la vez postres como el dulce de leche y arroz con leche, entre otros. Su especialidad es el pan cubano. El confiesa que la clave en hacer un buen pan cubano está en saber tumbarlo.

Oscar, de origen hondureño, empezó trabajando como ayudante en la panadería, ubicada en Flagler y la 57 avenida en la ciudad de Miami.

El aprendió lo más básico asistiendo al panadero, desde cómo hornear el pan hasta cómo amasarlo. Con el pasar del tiempo, su interés por aprender más fue creciendo de tal manera que se convirtió en una pasión — la cual le cambiaria la vida.

(Ivette Franco/Caplin News)

“Lo más difícil que hay en la vida es hacer algo que no te gusta”, Oscar dijo. “Hacer pan no es difícil. Yo disfruto hacer pan. Crear pan es un proceso. Es un oficio que no lo vas a aprender en un día, en un mes, en dos meses … para poder ser un panadero, necesitas no menos de unos seis meses … ya después con los años, la experiencia, la práctica te vuelves experto”.

Oscar explicó que la mayoría de los panaderos compra pan congelado el cual contiene levadura. Esto hace que el pan se pase y le da acidez. “Nosotros aquí lo hacemos de hoy pa’ mañana. Ósea preparamos la esponja hoy, crece durante la noche, y al día siguiente se tumba”.

Según Oscar, el éxito de su pan cubano es la elaboración. “La clave para una buena elaboración es la harina. Una buena harina tiene buen gluten y es dura. Por lo general, mezclo dos harinas por si alguna viene floja, la otra da consistencia. Estuve utilizando solo una harina, pero el pan se me caía, olía mal y estaba acido, pero combinando las dos harinas resolvió el problema”.

“Mi rutina siempre es levantarme a las 4:30 de la mañana, luego ir a la tienda para comprar lo que hace falta, luego venir a producir … a mí me gusta brindar lo más fresco posible”, Oscar dijo.

La familia de Oscar lo apoya en diferentes áreas. Los sobrinos ayudan principalmente con el pan, mientras María, su esposa, es su mano derecha. Este negocio familiar opera todos los días de la semana desde las 5:45 a.m. hasta las 6 p.m., con excepción a los domingos que cierra más temprano.

Oscar y Maria Ayala. (Ivette Franco/Caplin News)

Oscar llegó a Estados Unidos a la edad de 16 años acompañado con la ropa que traía puesta, dejando a sus papás y hermanos en su país natal. “Nada me motivó, fue un impulso de juventud”.

La travesía de Oscar como panadero empezó al llegar a Miami. La necesidad y ganas de progresar lo impulsaron a tener hasta tres trabajos simultáneamente.

“La gente piensa que soñar es malo, incluso los dueños de uno de los lugares que yo trabajaba se reían de mí … ¿tú piensas que es fácil?”, Oscar contó entre sus anécdotas como principiante.

“Con el pasar del tiempo, sentí que podía ser dueño”.

Diez años más tarde, en el 2005, Oscar cumplió su sueño anhelado convirtiéndose en dueño de Charytin, la panadería en la cual empezó trabajando como asistente 20 años antes. Oscar afirmó que todo fue cuestión de esfuerzo, voluntad y fe, aunque admitió que los dos primeros años fueron muy difíciles.

“Sí algo he aprendiendo a la largo de los años, es que no hay que querer correr, cuando hay que caminar,” relato Oscar. “En el 2007, abrí un segundo local que casi me lleva al borde del fracaso familiar y financiero, pero tomé la decisión que debí tomar. Decidí quedarme solo con Charytin y la familia”. El admite que ahora se siente preparado para dar ese siguiente paso. Entre sus proyectos está seguir expandiéndose y ampliar los lazos comunitarios.

(Ivette Franco/Caplin News)

Según Oscar, parte del triunfo como panadero en una comunidad que predomina por la cultura cubana, ha sido el servicio, frescura y variedad de sus productos. “Aparte de pan cubano, tenemos pan de bono, delfines, croquetas, empanadas, tortilla española y desayunos a un precio módico”.

Charytin tiene más de veinte años en la comunidad. Es un lugar pequeño pero muy acogedor y brinda un buen servicio. Oscar ofrece a sus clientes una amplia variedad de postres, incluyendo señoritas, dulce de leche, flan, pastelitos de guayaba con queso, cake de ron, pastelitos de coco, tres leches y más.

“El postre preferido y más vendido es el arroz con leche”, dijo Oscar. “A mí me gusta mezclar las recetas cubanas con las centroamericanas. Me gusta experimentar, me gusta probar, me gusta tratar de hacer algo diferente … las primeras veces, me quedaba duro, me quedaba soso, hasta que encontré la fórmula perfecta”.

La idea de Oscar es innovar y hacer sentir a sus clientes como en sus países, en un ambiente familiar en donde se sientan a gusto. “Con el lapso de los años uno va creando una amistad … las personas que vienen se vuelven familia”.

Para Oscar, su panadería, más que una fuente de ingreso, es un espacio familiar que le permite ayudar, enriquecerse espiritualmente e interactuar con la comunidad con la cual ha creado un vínculo por más de dos décadas.

“Durante el huracán Katrina y otros, he tenido la oportunidad de ayudar a muchas personas brindándoles luz, comida y de muchas formas. Sentí que era el momento de retribuir un poco del apoyo que Dios y la comunidad me han y siguen brindado”.

Ivette is currently pursuing a masters in Spanish Journalism and Communications at Florida International University, and is also culminating her micro-masters in Supply Chain Management at Massachusetts Institute of Technology. While she has over ten years of experience in business, she recently decided to pursue her passion of journalism. Ivette enjoys writing about economy, social issues, and entrepreneurship among other topics.