Llegó la primavera y el calor me pesa en los hombros. Son las tres de la tarde y algunos minutos. No hay ni techo ni árbol que evite el impacto del sol en mi cabeza. Estoy en Biscayne Boulevard y la calle NE 182 esperando la llegada de alguno de los dos buses que me llevan hacia la terminal de Aventura Mall, donde debo tomar un segundo bus para llegar a mi destino final. Llevo esperando 27 minutos. Los tengo calculados. Tic, tac.
Tengo otros recados y, si continúo esperando, llegaré tarde. Me acuerdo de la aplicación de transporte gratuito que me mencionaron, Freebee. La descargo y selecciono hacia dónde me dirijo. “Estoy de camino”, me avisa Mariela. A los pocos minutos llega, me abre las puertas de un Tesla ploteado con el nombre de la compañía, y subo detrás de dos pasajeros: una mujer con un niño que regresan de hacer las compras.
En inglés, el niño me pregunta si hablo en ruso. “No, ¿vos hablás español?”, le pregunto. “No”, se lamenta. Aprovecho la oportunidad para hablar con su acompañante, quien me cuenta que su automóvil estaba roto y necesitaba hacer unas compras. “Prefiero esperar un Freebee que me busca y me lleva a donde necesito, que esperar al sol con mi hijo y las compras la llegada de un bus”, me explica.
A los pocos minutos, llego a la terminal. “Ojalá me dejara en mi destino final”, pienso, aunque sé que el sistema solo hace traslados dentro del área establecida.
En condados como el de Miami-Dade, el sistema Metrobus no es eficaz y esto tiene un gran efecto en el tránsito. La falta de frecuencias y la organización de los recorridos son las principales fallas del servicio que provee el condado, y los usuarios no son los únicos que lo notan.
Ciudades como Aventura, Doral, Coral Gables, Hialeah y Pinecrest comenzaron a autorizar servicios de “micro tránsito”, que, según el Departamento de Transporte de Estados Unidos, son “sistemas de transporte compartido de propiedad y operación privada que puede ofrecer rutas y horarios fijos, así como rutas flexibles y programación a pedido”. En el caso de estas ciudades, y de muchas otras, uno de los servicios ofrecidos es Freebee, una aplicación “on demand” que ofrece viajes gratis en vehículos eléctricos.
Freebee nació en 2012 “como un transporte ploteado con anuncios”, explica la directora de Desarrollo Comercial y Asuntos Gubernamentales de la compañía, Claudia Miro. De eso se trató el servicio hasta que, un día, desde el gobierno de Key Biscayne se contactaron porque “necesitaban un método de transporte ya que no tenían buses”. “Así empezó el concepto y funcionó tan bien que se expandió. Los municipios se dieron cuenta de que necesitaban un sistema de primera y última milla”, relata Miro, haciendo referencia a que Freebee busca ser una solución para la primera y la última parte del recorrido de los usuarios.
A pesar de su objetivo inicial, el servicio se ha convertido en el favorito de aquellos que necesitan trasladarse dentro de una misma área y desean evitar perder el tiempo en buses, o costear un Uber o Lyft. Justamente, para Miro, el éxito del Freebee está relacionado a estas dos aplicaciones, las cuales acostumbraron a los ciudadanos a los traslados de puerta a puerta. “Los jóvenes son los que más lo utilizan. Ellos no quieren manejar, quieren que los lleven de un lugar a otro, y no tener la responsabilidad financiera de mantener un vehículo”, asegura.
En la actualidad, el servicio se encuentra disponible en 32 ciudades del sur de Florida. La prestación es “gratuita” y se financia con el presupuesto de los municipios, fondos del Fideicomiso de Transporte Independiente de los Ciudadanos (CITT, por sus siglas en inglés), y con el reconocido impuesto del “medio centavo”, un impuesto que los usuarios del transporte público del condado abonan desde 2002 con el objetivo de mejorar el servicio. Evidentemente, el “medio centavo” no es suficiente, por lo que las municipalidades decidieron cambiar su rumbo y destinarlo a aplicaciones como Freebee o Miami Go Connect, servicio que funciona en West Kendall, Dadeland, Civic Center y Cuttler Bay y, a diferencia de Freebee, tiene tarifas gratuitas en algunas zonas y con precios accesibles en otras.
Los servicios de transporte “on demand” son y continuarán siendo una solución para los usuarios que tienen acceso a este tipo de tecnologías, sin embargo, no son más que un parche ante un deficiente sistema de transporte público que profundiza aún más la exclusión de las minorías.