Donald Trump visitó este martes el nuevo centro de detención de migrantes en los Everglades de Florida, conocido como “Alligator Alcatraz”, lo que desató la acción comunitaria.
La visita atrajo a decenas de personas al área donde está ubicado el centro de detención. Algunos de los presentes estaban apoyando y otros protestando la creación de este centro.
Los manifestantes dijeron estar preocupados por el trato a los migrantes y el impacto que el centro de detención puede tener en el medio ambiente, argumentando que es un terreno que no debería ser afectado por construcciones ni ocupación.
“Están recortando el acceso a la atención médica con Medicaid y Medicare, están recortando la seguridad social, pero ¿en qué gastan el dinero?”, dijo el candidato demócrata al Senado, Josh Weil. “Están gastando dinero en políticas migratorias crueles e inhumanas y los están colocando en el peor lugar posible para impactar nuestro medio ambiente”.
Los que apoyan en establecimiento de este centro argumentan que el terreno ya estaba construido y no estaba en uso, afirmando que ésta es la mejor manera de deportar migrantes como parte de la misión del presidente.
“Estas personas están defendiendo a criminales”, dijo Enrique Tarrio, ex líder de los Proud Boys, organización de extrema derecha. “Confío en el gobernador Ron DeSantis, en Donald Trump y en el Departamento de Seguridad Nacional; harán un gran trabajo para mantenerlos en condiciones humanas”, añadió.
Algunos manifestantes estaban coreando consignas mientras los simpatizantes del presidente caminaban a las instalaciones por el lado opuesto de la calle.
El apodo de “Alcatraz Caimán” proviene de las áreas circundantes que, según las autoridades, refuerzan la “seguridad”, ya que la fauna local actúa como una barrera natural.
El centro forma parte del plan de deportación de La Casa Blanca, tiene capacidad para albergar hasta 5000 migrantes en una franja de terreno de 99 kilómetros cuadrados y forma parte de la antigua pista de aterrizaje conocida como Aeropuerto de Entrenamiento y Transición Dade-Collier.
Se prevé que las instalaciones cuesten 450 millones de dólares al año y algunos reembolsos para el proyecto provendrán de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).
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