El pueblo venezolano pronto tendrá un santo de la Iglesia Católica. Hace 25 años la Iglesia canonizó a Laura Evangelista Alvarado Cardozo, conocida como la Madre María de San José y ahora el Papa Francisco se dispone a beatificar al médico venezolano, José Gregorio Hernández, junto a otros beatos de Argentina, México, Italia y Alemania.
Al Dr. José Gregorio Hernández, médico, filántropo, docente y hombre de fe se le atribuyen varias curaciones milagrosas, además de que fue y sigue siendo una persona muy querida en toda Venezuela.
Monseñor Baltazar Porras, Arzobispo de Caracas, en una rueda de prensa, luego de que el Vaticano diera a conocer la noticia, se refirió de esta forma a la devoción que siente el pueblo venezolano.
“No hay casa en donde no haya una estampita, una estatua del beato José Gregorio Hernández, y nos sintamos en familia.”
En medio de las tensiones políticas y la pandemia del coronavirus, los venezolanos celebran la beatificación del Dr José Gregorio Hernández, que sería el primer hombre venezolano en ser beato.
Fueron cientos de personas las que dejaron la cuarentena para asistir a las iglesias y mostrar su alegría y la fe que le tienen al doctor. Venezolanos exiliados en el Sur de la Florida, también celebran el acontecimiento.
“En mi casa somos de ir a la Iglesia uno que otro domingo, pero lo que si no falta es un cuadro del Dr. Jose Gregorio, a él le debemos todo”, comentó una devota venezolana que asistía a la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en Doral.
“Verás que cuando lo hagan santo, él encuentra la cura del virus. Es muy milagroso” declaró un caraqueño emocionado.
La exhumación de los restos de Hernández, que reposan en la Iglesia de la Candelaria en la capital venezolana, será programada para la segunda quincena de octubre, detalló Porras en la conferencia.
El médico de los pobres, como también se le conoce, nació un 26 de octubre de 1864 en Isnotú, en el estado de Trujillo y falleció en Caracas tras un accidente automovilístico con 54 años, en 1919.
“El 29 de junio de 1919, mientras iba a la farmacia a comprar medicinas para una anciana, fue atropellado por un coche y llevado al hospital donde recibió la Unción de los Enfermos. Murió diciendo estas palabras: ‘¡Oh, Virgen Santa!’», reseñó el Vaticano.
Según sus biógrafos, no fueron pocas sus aportaciones a la medicina moderna en todo el continente. A él, se le atribuye haber introducido el microscopio en Venezuela y haber sentado las bases principales de la Bacteriología.
Pero lo que más reconocen sus devotos era la generosidad, el amor, y la calidez con que atendía a todo aquel que lo necesitara, sin importar su posición, raza o credo. Añaden también su sentido de la religiosidad cristiana, su inalterable amor por la iglesia católica y sus mandatos.
Tal fue así que por dos veces intentó ordenarse como sacerdote.
Después de su desaparición física comenzó a ser venerado como figura de devoción por muchos venezolanos. Todas las casas fueron colocando imágenes del médico y pronto también las camas de varios enfermos en los hospitales.
El proceso de canonización fue introducido al Vaticano 30 años después de su muerte, por el arzobispo de Caracas en aquel entonces, Monseñor Lucas Guillermo Castillo.
En abril de 1964 se declara que no hay impedimento para proseguir con el proceso de santidad y a partir de ese momento se han venido siguiendo todos los demás pasos de la canonización que serían, siervo de Dios, venerable, beato y finalmente santo.
En todos estos procesos se recoge el testimonio de quienes lo conocieron y puedan dar fe de sus virtudes teologales y cardinales, además de la ratificación de lo extraordinario y sus milagros.
Entre los milagros que se le atribuyen a José Gregorio Hernández está la curación de la niña Yaxury Solorzano. La menor casi pierde la vida por un impacto de bala en la cabeza.
Prácticamente todo pueblo venezolano reconoce a aquel hombre de bigote espeso y negro, vestido en con traje de chaqueta, corbata y sombrero, que los acompaña siempre como estampita en alguna cartera, y les da cierta tranquilidad pronunciar su nombre.