Perseguida por el gobierno venezolano, Alicia Faneite huye de Venezuela en 2014. Graduada de periodismo, ejercía como relacionista pública y era militante del partido opositor Primero Justicia.
Por su inclinación política y falta de simpatía hacia el gobierno de Nicolás Maduro, Alicia asegura haber recibido amenazas y sabotajes que la obligaron a dejar su país natal.
“Llegó un momento en que no podía trabajar en ningún lugar porque ninguna empresa que tuviera un sindicato podía contratarme. Mi nombre aparecía en una lista como enemiga del régimen”, dijo Faneite a SFMN.
Llega a Miami con un diagnóstico de diabetes y la condición de insulina dependiente. Cuenta que su esposo continuó viajando a Venezuela para vender lo que les quedaba allá y así poder ayudar en el tratamiento de Faneite.
Sin embargo, al explicar a las autoridades norteamericanas de inmigración su deseo de quedarse para atender a su esposa, es regresado a Venezuela. Así comienza un periodo muy difícil para Alicia. “No fue fácil mantenerme sin mi esposo, enferma y recién llegada con un niño pequeño”, afirmó.
En ese momento, octubre de 2014, surge Hilo de fe. Para poder subsistir comenzó a vender hilos en las calles, en los bazares, incluso en las clínicas en las que estuvo hospitalizada.
Sus hilos se pueden poner en las manos y pies o en el cuello. Son artesanías con elefantes de turquesa, de marfil, cristales de swarovski, azabaches.
“El precio de los hilos es de 10 dólares. No cobramos más de eso. Nosotros somos católicos y pedimos que los hilos se bendigan en la iglesia antes de ser vendidos. Las piezas vienen de Venezuela y son confeccionadas aquí por tres muchachas con las que trabajo desde el día 1 hasta hoy. Somos como una familia”, afirmó Faneite.
Además de vender los hilos y ayudar a salir adelante a su familia, Alicia se dio cuenta que podía ayudar a otras madres que, como ella, enfrentaban situaciones complicadas.
Donó hilos a madres de niños con cáncer y otras enfermedades para que también pudieran ganar dinero.
“Después de darle los hilos, yo salía a la calle y vendía bastante. Yo decía, como ayudé a alguien ahora Dios me ayuda a mí. Es muy lindo ver cómo con un negocio que creaste para vivir tú, puedes ayudar también a otras personas”.
Alicia también enfrentó dificultades al intentar establecer su estatus migratorio. Dice que el abogado que atendía su caso de asilo no entregó las pruebas correspondientes, aunque le aseguró haberlo hecho.
Cuando asistió a su entrevista, el oficial de inmigración le dijo que las pruebas nunca fueron entregadas y que su caso había sido puesto ante un juez para el 2021.Gracias a la ayuda del entonces congresista Carlos Curbelo su caso de asilo fue adelantado.
Al presentar las pruebas su petición fue aprobada y el juez dictó que su esposo debía reunirse con ella en los Estados Unidos. El reencuentro familiar ocurrió en 2018, después de haber estado cuatro años separados.
Según estadísticas del año fiscal 2015-2017 de USCIS (Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos) las solicitudes de asilo de venezolanos aumentaron trece veces desde el 2014 para llegar a ser 27,579 en 2017. De esta manera el país sudamericano desplazó a China como el país con mayores peticiones de asilo político. Sin embargo, las peticiones aprobadas fueron solamente 548, muy lejos de las 5,548 peticiones aprobadas para el país asiático.
Actualmente, Alicia afirma que se dedica en cuerpo y alma a su familia. También pasa horas como voluntaria en La ventana de los cielos, una organización sin fines de lucro que promueve el desarrollo físico e intelectual de niños con capacidades especiales.
Y, por supuesto, no deja de vender esos hilos que surgieron de la fe de una madre latina inmigrante que hizo de todo por sacar adelante a su familia.
“Lo lindo no es comprar el hilo como arte, sino ver a todas las personas que tocas al venderlos. Eso es lo realmente bello”, concluyó Alicia.