En medio de la guerra entre Israel y Hamás, que se complica cada día, los civiles israelíes intentan ayudar a su comunidad en medio del dolor. Caplin News tuvo la oportunidad de hablar con los padres de un soldado Israelí que se encuentra en Gaza en este momento y que, como dicen ellos, “los hace parte de este conflicto”.
Clara y Barry Birmaher son dos colombianos judios que decidieron irse a vivir a Israel después de la pandemia y estar cerca de su hijo Nathan. Al ver que en Colombia tendrían que empezar de nuevo ya que la pandemia los había azotado, decidieron quedarse en Israel al presentárseles muchas oportunidades de trabajo.
Aunque llevan varios años construyendo un futuro en Israel, su vida cambió completamente no solo cuando Hamás atacó al país, si no también cuando se enteraron de que su hijo había sido llamado para ir a pelear en Gaza como soldado.
“Yo sentí un corrientazo desde la cabeza hasta los pies de absolutamente terror — ni siquiera miedo, terror — de que mi hijo está yendo a una guerra con una gente que no tiene piedad, ni respeto por el ser humano”, dijo Clara a Caplin News sobre lo que sintió cuando supo que su hijo se iba a la guerra.
Por más que Clara haya intentado mantenerse ocupada ayudando en su ciudad y donando su tiempo, los sentimientos de ansiedad están presentes en cada momento del día.
“Es terror lo que estamos sintiendo y un dolor no, no, no mejor dicho: Yo no quiero nada, a mi no me provoca nada. No te puedo explicar lo que siento, no tengo paz. No hay un segundo del día, así esté distraída, cuando llegamos a la casa Barry y yo sentimos que estamos cansados mentalmente pero es de sufrir, de miedo… es un sube y baja, una cosa en el estómago, una ansiedad… ”.
A pesar del dolor que sienten estos padres mientras esperan noticias de su hijo y mientras ven cómo se va desarrollando este conflicto, el padre de Nathan dice que, a pesar del miedo, siente que es un honor tener un hijo soldado.
“Es un sentimiento encontrado porque es un honor, pero hay miedo, hay miedo. Uno no está preparado para esto. A mi me da mucho honor que mi hijo esté peleando, pero sé lo que puede pasar, realmente sé lo que puede pasar”, dice Barry entre lágrimas.
Cuenta que entre la comunidad cuando hablan de su hijo, los judios les recuerdan el honor que significa para los israelíes ser parte del ejército y les dan aliento diciéndoles que como muchas otras veces, van a salir de esto.
Según la perspectiva de Clara y Barry, Israel suele ser un país seguro en cuanto a temas de crimen, pero es un país que lleva tantos años en conflictos bélicos que hasta los civiles están preparados para defenderse de los ataques.
“Cuando pasan estas cosas, estos atentados puntuales, los civiles viven armados. Así no estén en el ejército o hayan salido del ejército hay muchas personas armadas y la reacción es casi inmediata cuando pasa algo en cualquier ciudad del país. La protección es de todos para todos”, dice Barry. También comenta que dentro del ejército tienen un dicho de que ellos “usan las armas no para matar, si no para sobrevivir”.
Durante la entrevista, Barry muestra en una aplicación la cantidad de misiles que han entrado en ese momento al país y dice que mientras estamos en esta entrevista la guerra no da tregua, de hecho, se oyen aviones cada tanto pasando en el fondo.
A pesar de esta vivencia muchas personas como Clara y Barry han encontrado una manera de enfrentar esta semana larga de guerra: a través de la ayuda y los voluntariados.
Incluso, han utilizado una cuenta en Instagram que tienen en conjunto para mostrar su día a día. Pero dicen que no quieren mostrar muertes y dolor, quieren mostrarle al mundo cómo la comunidad judía se ha unido a ayudar y quieren ser una fuente de esperanza.
“Tratamos de salir de trabajar y donar nuestro tiempo. Ayer, por ejemplo, fuimos a una base a empacar comida para los soldados todo el día. En la noche nos fuimos para una casa de unas familias argentinas a hacer pan, llegamos tarde. Esta noche nos recoge otra vez el autobús a las 7 p.m. y vamos a trabajar toda la noche hasta las 8 a.m. Necesitamos mantener la mente ocupada porque el dolor — es el dolor lo que nos está matando”.
La pareja vive en Hadera, una ciudad ubicada al oeste del país, en la costa mediterránea. Ahí, como en otros puntos de Israel, la comunidad se ha unido para ayudar de cualquier manera posible. Al tener tantas personas que se han ido a la guerra, dicen que los juidios se han unido a ayudar en todo lo que puedan para que la ausencia de tantas personas no sea tan grande y para mitigar el miedo y el dolor.
“Las colas para donar sangre son de 6 o 7 horas y nadie se va. Hacen una cita a las 12 del día y antes de empezar ya hay 500 personas afuera. Los carros de las personas llenos de comida, los supermercados todo el mundo donando. La gente presta los carros para llevar la comida, para llevar la ropa, para llevar soldados. A nadie le importa, nadie pregunta si le van a pagar la gasolina o la hora. En fin, es algo que nos ha llenado de tal forma el alma que nosotros no somos capaces de sentarnos aquí a mirar un noticiero a ver qué es lo que está pasando”, dice Barry.
Sin embargo, no desconocen que el odio y la ira por parte de ambas culturas es inevitable. Clara dice que un niño palestino al ver que judíos han matado a sus padres o familiares, sabe que es imposible que no crezcan con un odio hacia ellos. Y ellos dicen que también sienten que la ira y la rabia que sienten contra Hamás sobrepasa su entendimiento.
“Yo tengo ira, rabia, contra uno de Hamás, no quiero usar la palabra de palestino, contra un miembro de Hamás. Pero si a mi me ponen un tipo de Hamás al frente yo creo que soy capaz de eliminarlo. Creo que no me temblaría la mano en este momento”, dice Barry.
De hecho, reconoce que muchas personas piden que se haga la paz y paren la guerra, pero dice que ese veneno y ese dolor no se puede olvidar de un día para otro. Y Clara reclama que por qué Israel debe quedarse quieto y no defenderse ante la masacre que han tenido que vivir. Dicen que los que deben parar son los de Hamás.
Es poca la comunicación que tienen con su hijo. Solo les escribe para decirles que está bien pero no puede darles detalles.Tuvieron la oportunidad de ver a su hijo el viernes pasado en una sorpresiva llegada y dicen que lo ven empoderado y preparado para afrontar lo que se viene.
No quisieron saber las minucias de lo que ha vivido porque sienten que no es el momento para saberlo y saben que deben llenarse de fuerza para que el día que su hijo vuelva deberán ayudarlo a superar muchos de las vivencias y cosas que seguramente tuvo que vivir en esta guerra que no sabemos cuándo llegará a su fin.