Miami-Dade: buses gratis hasta fin de año, pero ¿a qué costo?

Es martes 14 de noviembre. Debo tomar tres buses para llegar a FIU. Llueve, por lo que sé que me espera un recorrido complicado. Cuando estoy preparándome para salir recuerdo que el condado Miami-Dade lanzó el programa Better Bus, el cual supone el cambio más grande de los últimos 40 años en el sistema de transporte urbano. ‘Qué grandioso’, pienso. Pero me equivoco. Es que la parada que tengo más cerca, ahora está a 15 minutos de distancia. ‘¿Por qué eliminaron la que utilizaba antes?’, me pregunto mientras inicio mi caminata bajo la lluvia. 

Empapada, llego a la parada en la que debo esperar por la línea S con destino hacia Aventura Mall. Ahora se llama 100. Aparece en el horario estipulado, ‘al menos es puntual’, me consuelo. La conductora me informa que el viaje es gratis y lo celebro, hasta que veo que no quedan prácticamente asientos libres. “Acostúmbrese, de ahora en más será así”, me informa ante mi rostro de decepción. ‘Claro, es que ahora solo hay una línea que hace este recorrido. Antes el 120 tenía paradas similares y eso permitía que el flujo de usuarios se dispersara’, reflexiono mientras el aire acondicionado impacta en mi ropa húmeda.

Ya en la Terminal de Aventura Mall espero la llegada de la línea 3 con destino hacia Downtown. Pero según indica Google Maps, acaba de salir, por lo que debo esperar 15 minutos. 

‘No llegaré a tiempo’, pienso antes de llegar a la tercera parada. Y no me equivoco, es que la línea que me deja en el campus, la 75, pasa cada 30 minutos, y acabo de ver a la conductora pasar. Corro unos metros y logro alcanzarlo gracias al semáforo, pero no me abre la puerta. 

Amablemente, dos señoras me tocan la bocina y me preguntan hacia dónde me dirijo. Me ofrecen alcanzarme ya que van para la misma zona. “Tenemos un perro de apoyo emocional atrás”, me dice una para hacerme sentir más segura de la propuesta. Agradezco y la rechazo, aunque por dentro deseaba hacer lo contrario. ‘Regla número uno para sobrevivir: no subirse a autos con extraños’, recuerdo.

‘No me queda otra’, me digo a mi misma mientras solicito un Uber. El conductor llega y a los pocos minutos estoy en mi universidad. ‘Al menos los buses fueron gratis’, me desahogo. Pero, ¿a qué costo? Al menos una hora y media de trayecto perdido (en un recorrido que toma no más de 25 minutos en coche), con una caminata bajo la lluvia para agravarlo, y el costo de un Uber a último momento. Casi que me convenía tomarlo desde mi casa y ahorrarme la aventura.

Victoria Clariá es periodista, locutora y licenciada en Comunicación Social. También tiene una diplomatura en Periodismo Deportivo. En la actualidad, se encuentra cursando la maestría de Periodismo Multimedia en FIU.